No hay duda de que en los meses de aislamiento y distanciamiento prolongados, hemos comenzando a sentir el deseo de conexión social. Muchos de nosotros estamos ansiosos por volver a la oficina solo para interactuar con las personas que solíamos ver casi todos los días.
La realidad es que necesitamos y queremos volver a trabajar, lo que significa que los edificios deben ajustarse, y rápidamente.
Pero, ¿cómo podemos incorporar salud y bienestar? ¿Y cuál es nuestra responsabilidad de crear esa sensación de seguridad física y psicológica en el entorno construido ahora y en el futuro?
Con anterioridad he dicho que los diseñadores son los mejores en resolver problemas. Mi predicción es que, en respuesta a lo que está sucediendo hoy, comenzaremos a ver a los diseñadores utilizando la resiliencia como modelo para el futuro espacio construido.
Estrategias de diseño de corto y largo plazo
En este momento, las organizaciones están tomando decisiones a corto plazo acerca de sus espacios, mientras que impulsan otras a largo plazo. Sin embargo, sigue siendo importante para los diseñadores equilibrar ambas necesidades, y creo que encontraremos que las soluciones flexibles y adaptables serán más exitosas en el futuro.
Flexibilidad
La primera pregunta que deben de hacerse a sí mismos o a sus clientes debe ser: «¿Cuáles son sus planes para volver a la oficina?»
Según una serie de factores (presupuesto, ubicación, pautas de salud pública, tipo de negocio, cultura laboral, niveles de comodidad personal), regresar al lugar de trabajo será diferente para cada uno de nosotros. Al mismo tiempo, nuestro enfoque para equipar espacios de trabajo y espacios educativos necesitará acomodar la posibilidad muy real de una segunda ola de COVID-19. Por lo tanto, en nuestro esfuerzo por «regresar» también debemos anticipar la necesidad de «retroceder».
En resumen, nada es permanente.
Lo que significa que cualquiera de las soluciones de diseño de momento dentro de los espacios debe ser fácil, rápida y de bajo costo. Las estrategias de diseño flexible podrían aprovechar los pisos modulares para realizar cambios activos; por ejemplo, reemplazando selectivamente los módulos para facilitar el distanciamiento físico o para dirigir el movimiento. En un enfoque de apertura por fases secundarias, la flexibilidad requiere abordar la seguridad junto con la funcionalidad.
Adaptabilidad
Reconociendo que la flexibilidad es necesaria a corto plazo, el impacto de COVID-19 requerirá más que eso. Los cambios que veremos en términos de diseño pueden no surgir por algún tiempo y, en muchos casos, serán impredecibles. Debido a esto, la adaptabilidad será más importante para los edificios y los espacios dentro de ellos.
La adaptabilidad requiere la capacidad de acomodar cambios sustanciales durante la vida útil de un edificio en respuesta a su entorno social, económico y físico. La adaptabilidad también responde a las necesidades siempre cambiantes de los ocupantes del edificio.
De esta forma, diseñar espacios adaptables es un ejercicio que considera el presente y el futuro. Al igual que la naturaleza, el diseño espacial no tiene que ser perfecto, solo necesita poder cambiar en función de la nueva información, es decir, lo que está sucediendo en el mundo y cómo eso afecta a las personas que usan el espacio. Mantenerse en sintonía con estos factores internos y externos es de lo que se trata la adaptabilidad.
Avanzando hacia la resiliencia
Las pandemias siempre han cambiado la arquitectura y el diseño; COVID-19 no será diferente. Sucede que ocurre en un momento en que todos están tan conectados y conscientes de su impacto a escala global. Y aunque COVID-19 puede ser una prioridad para los diseñadores en este momento, es importante que nuestras soluciones no sean demasiado prescriptivas o de lo contrario corren el riesgo de verse anticuadas en unos pocos años. Es por eso que la resiliencia está resurgiendo como diseño imperativo: el enfoque en el bienestar, la seguridad y la salud es apropiado para este momento.
La planificación de la resiliencia es una cuestión de establecer dónde se encuentra una organización en el momento presente y luego construir a partir de su cultura, presupuesto y visión únicos. En última instancia, los espacios resilientes deben ser capaces de responder a cualquier realidad, pero en este momento no existe un plan de diseño universal para la apariencia de esos espacios.
A medida que nos sintamos más cómodos con el riesgo de volver a los ritmos de la sociedad, incluido el regreso al trabajo, nuestros espacios tendrán un nuevo propósito. Nuestra comprensión del bienestar se profundiza y se vuelve más colectiva. El espacio de trabajo compartido, entonces, deberá someterse a una evaluación crítica de la mejor manera de apoyar a quienes lo utilizan, no solo por la productividad, sino también por la seguridad y el bienestar. Los diseñadores ya saben cómo crear espacios hermosos, y en un mundo post-COVID, también podrán diseñar espacios saludables.
Nota del editor: este artículo fue escrito en colaboración con Sonya Lehner. Imagen de encabezado © Macbeth Studio